viernes, 14 de junio de 2013

El daño de la indiferencia en el cooperativismo 

por Pedro Aguer 

Cada cooperativa es un proyecto económico en sí mismo. Desde su nacimiento hacia el infinito.

El movimiento cooperativista forma parte, muy bien ganada, en la historia de la economía.

Nació para solucionar los problemas del consumo, de la producción y el trabajo generados por la mal llamada revolución industrial que no sólo no solucionó sino que agravó el sistema capitalista, ante lo que el estado que formaba parte del mismo no hizo nada, sino que también en su complicidad represora ponía todo el esfuerzo en aplastar las rebeliones de los trabajadores, en su lucha por la dignidad y la justicia social.

El estado  y el capitalismo socios en la irresolución y el agravamiento del problema no en la superación esperada.

La organización libre, voluntaria, igualitaria equitativa y democrática, con un fuerte contenido educacional e integrador, permite a quienes eligen desenvolverse con autonomía y responsabilidad forjar nada menos que el futuro de sus vidas.

La economía administrada de este modo sirve a la emancipación del individuo en tanto y cuanto aprende a compartir sus esfuerzos y a distribuir los resultados equitativamente.
Todas las necesidades experimentadas por la sociedad pueden ser encaradas de manera cooperativa, con el ineludible sentido ecologista, lo que pone en sobre aviso que no se trata de que la marcha de la empresa sea  siempre sobre rieles.

La base del desarrollo de esta forma económica es la solidaridad.

A la solidaridad no se la espera. Se la debe plantear como alternativa en relación con los recursos y las posibilidades para establecer un compromiso de participación, salvaguardando lo antes dicho.
Es imprescindible entender con claridad que primero el consenso sobre lo que se aportará y dados los primeros pasos acordar la distribución del resultado.

Si la cooperativa no hace falta no se la debe crear, pero si hace falta se la debe respetar desde los inicios con la debida información de los principios doctrinarios y sobre la legislación que la rigen.
La información se puede lograr en el Instituto de Promoción Cooperativa  y Mutual de la Provincia (IPCyMER). También en las cooperativas de la zona o región, que es con las que tendrá que relacionarse, de acuerdo a lo establecido por el principio de ayuda entre las cooperativas.

Existen experiencias maravillosas. El Presidente Mujica visitó recientemente Mondragón Corporación Cooperativa, un verdadero ejemplo de lo que estamos diciendo, en el País Vasco Español. Muestra también de interés y de humildad en la investidura de quién seguramente piensa que es mucho lo que nos falta aprender…

La integración es la esencialidad progresista del movimiento cooperativo, por cuanto bien aplicado es la mejor forma de impulsar el desarrollo revolucionario, no sólo entre las cooperativas sino en función de la sociedad en su conjunto: Principio de la preocupación por los problemas de la comunidad. 

Esta proyección hacia el futuro es posible a pesar de las crisis, que para el capitalismo y para los estados son el mejor pretexto para ocultar su ineptitud en la solución de los problemas sociales.
Debemos, sin embargo, poner mucho cuidado en la creación de una cooperativa y en difundir las ventajas de sus posibilidades, como en el fomento de su realización.

De este tema deben ocuparse más las autoridades responsables del estado y los dirigentes de las cooperativas, en especial las federaciones y confederaciones.

Hay que impedir que se las siga proponiendo como planes sociales subsidiados o como bolsas de trabajo, lo que así propagados está destruyendo una forma progresista, moderna y superadora de encarar la economía.

No cabe más tiempo para los aventureros. La indiferencia les sirve de sostén, la cual debe ser reemplazada por un compromiso cooperativista, por parte de los mencionados responsables del sector y de las autoridades estatales competentes, para bien del movimiento y de la sociedad.

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